ESPIRITUALIDAD
MISIONERA
A modo de ambientación, armar un altar en el que pondremos: Biblia, bandejas con dulces ó confites para compartir (y demás signos misioneros que se quiera agregar).
ORACIÓN INICIAL
Canto: Espíritu de Comunidad
Danos, Señor, de tu luz. Danos, Señor de tu Verdad,
y llénanos de tu Espíritu de Amor que nos hace Comunidad (2v)
Danos, Señor el compartir, y acrecienta hoy nuestra hermandad,
y llénanos de tu Espíritu de Amor que nos hace Comunidad (2v)
EXPERIENCIA DE VIDA:
Cuento: Sopa de piedra
En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño correctamente vestido, que le pedía algo de comer. "Lo siento", dijo ella, "pero ahora mismo no tengo nada en casa.". "No se preocupe", dijo amablemente el extraño. "Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande por favor."
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadero deleite y exclamó: "¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas."
"¡Yo tengo patatas en mi cocina!", gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. "¡Excelente!", dijo, y añadió pensativamente: "Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso..." Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: "¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto..."
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: "La sal". "Aquí la tiene", le dijo la dueña de casa. A continuación dio otra orden: "Platos para todo el mundo". La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo"
Reflexionamos: (agregar todas las consignas necesarias de acuerdo al grupo)
· ¿Qué nos relata el cuento?
· ¿Cuál es la actitud que resalta de cada personaje?
· Hubieran conseguido todos los ingredientes si faltara algún personaje?
· Para cocinar el más rico puchero del mundo y que además alcanzara para todos fue necesario que cada uno aportara lo suyo, aquello que tenía, que era propio.
ILUMINACIÓN
1. Compartimos la siguiente lectura: 1Cor 12, 4-11, y luego se invita a compartir en plenario:
2. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios?
3. ¿Prestamos atención a los distintos dones de nuestros hermanos del Grupo o de la Comunidad parroquial?
Reflexionamos (en forma individual o de a dos):
· ¿Reconocemos nuestros dones? ¿Cuáles son?
· ¿Los ponemos a disposición de nuestra comunidad?
· Luego de un momento prudente de reflexión, escribimos los dones que pudimos reconocer en nuestro compañero (si trabajamos de a dos) o en nosotros mismos.
ORACIÓN FINAL: A modo de oración, se encenderá la fogata (si el lugar lo permite, si no, deberá ser simbólica) y explicar que en las comunidades todos los que la integramos somos diferentes, distintos carismas, distintos dones. Es necesario que cada uno aporte lo suyo para que sea una comunidad viva, misionera y misionada. La riqueza de la Comunidad se da precisamente cuando compartimos nuestros dones con los demás. A modo de oración, se invitará a que cada uno vaya colocando las tarjetas en las que escribieron los dones, para “avivar el fuego de la comunidad” y que hagan una sencilla oración ofreciendo a Dios sus dones para que crezca la comunidad, mientras se canta Espíritu de Comunidad (u otro canto apropiado).
COMPROMISOS
Personal: Rezaré toda la semana pidiendo al Espíritu me ayude a ser dócil a Su voluntad para dejar de lado las actitudes que no permiten mostrar a los demás los dones recibidos.
En el propio Ambiente: Tendré presente el don que manifesté en la tarjeta del encuentro y lo pondré en práctica (con un acto concreto) en mi lugar de trabajo o estudio.
Más allá de las Fronteras: Pediré en mis oraciones por los misioneros/as para que Dios infunda en ellos el don de Fortaleza.
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