El Sacramento del Matrimonio

“ Pero la Biblia dice que al principio, al crearlos  Dios los hizo hombre y mujer.  

Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre  para unirse a su esposa y serán los dos uno solo.   De manera que no serán dos, sino uno solo.  

Pues bien, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.”   (Marcos, 10,6-9)

 

La concepción cristiana del matrimonio

La concepción cristiana del matrimonio se nos ha revelado a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, perfilándose más detalladamente en las cartas de San Pablo (Cfr. Gen 1-2; Os 1-3; Jn 2-3: Mc 10,2-9; Mt 19, 3-9; Ef 5, 31-33; 1 Cor 7,39).


La Iglesia de nuestro tiempo se ha pronunciado frecuentemente sobre el matrimonio y la familia: la encíclica Casti Connubi (1930) de Pío XI: la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II (Cfr. GS 47-52); la encíclica Humanae Vitae (1968) de Pablo VI y la exhortación apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II (1981)


A lo largo del Antiguo Testamento la Alianza de amor entre Dios y su pueblo ha sido simbolizada en diferentes ocasiones por el amor matrimonial (Os 1-3; Jer 3; Ez 16 y 23; Is 54). Los libros sapienciales, a su vez, trataron de explicar en diferentes ocasiones el último sentido del matrimonio en la Alianza (Prov 15, Cantar, Ecl 25, 13-26, 18).

Sin embargo, si los cristianos consideramos a Cristo como revelación plena del Misterio de Dios, es preciso que Él sea quien nos desvele el sentido profundo del matrimonio en el Plan de Salvación.


Jesús estuvo presente en una boda en Caná de Galilea, reconociendo con su presencia el valor humano del matrimonio. Además recogiendo la imagen matrimonial de la alianza que sugieren los profetas, compara el Reino de Dios con un banquete de bodas en el que se identifica con el esposo. Durante este banquete los amigos del novio no ayunan (Mt 9, 14-15), son invitados los que están en los caminos mientras que algunos rechazan la llamada (Mt 22, 1-14; Lc 14, 16-24), y es preciso estar alerta para participar en la fiesta (Mt 25, 1-13).


En Mt 19, 3-9 Jesús reafirma el ideal originario de la creación (Gen 2,24) al defender la indisolubilidad de la alianza matrimonial. Jesús en este momento, supera la Ley, manifestando la profunda relación que existe entre el orden de lo creado y la Alianza. Aquí esta el origen del sacramento del matrimonio: Jesús le reconoce como instituido desde la creación, cobrando para él una dimensión especial. Esta significación particular será claramente expresada por San Pablo en la carta a los Efesios: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser. Este símbolo es magnífico; yo lo estoy aplicando a Cristo y a la Iglesia, pero también vosotros, cada uno en particular, debe amar a su mujer como a sí mismo, y la mujer debe respetar al marido" (Ef 5, 31-33)


Para los cristianos, la mutua entrega de un hombre y una mujer bautizados es sacramento, es decir, un signo que expresa y realiza la alianza de amor y fidelidad de Cristo con su pueblo, la Iglesia.


El Matrimonio cristiano es alianza por la que un varón y una mujer bautizados se comprometen a unir sus vidas para siempre, en indisoluble comunión de amor fecundo.

 

 

El matrimonio es signo de Cristo

El amor matrimonial de los que se unen en el Señor es símbolo que actualiza el amor de Dios aparecido en Jesucristo, siendo el matrimonio una realidad en la que se vive, de forma peculiar, la muerte y la resurrección, la Pascua.

Así la donación, el perdón, los conflictos, las deficiencias, las culpabilidades, todo que lo que es y significa una vida en común, está integrado en el triunfo pascual del amor de Dios porque "El amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la acción salvífica de la Iglesia" (GS 48)

 

 

El matrimonio es sacramento de la Iglesia

El Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la Iglesia "Lumen Gentium", dice que el matrimonio y la familia son como una Iglesia en pequeño, Iglesia doméstica (LG 11).

Los cónyuges poseen dentro de la comunidad cristiana un carisma que les es propio, una vocación y una misión singular: ser testigos en el mundo del amor de Dios y transmitir y educar a sus hijos en la fe. 

"En virtud del sacramento del matrimonio se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole y por eso tiene su propio don, dentro del pueblo de Dios, en su estado y en su forma de vida (LG11)

Este sacramento aumenta la gracia santificante. Se recibe la gracia sacramental propia que permite a los esposos perfeccionar su amor y fortalecer su unidad indisoluble. Está gracia – fuente de Cristo – ayuda a vivir los fines del matrimonio, da la capacidad para que exista un amor sobrenatural y fecundo. Después de varios años de casados, la vida en común puede que se haga más difícil, hay que recurrir a esta gracia para recobrar fuerzas y salir adelante (Cfr. Catec. no. 1641)

 

 

La familia, Iglesia doméstica

Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, con toda su casa, habían llegado a ser creyentes. Cuando se convertían, deseaban también que se salvase toda su casa. Estas familias convertidas eran islas de vida cristiana en un mundo no creyente.

El Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, Ecclesia domestica. En el seno de la familia, los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno, y con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada.

Cristo vive en medio de los esposos cristianos para que se   amen   con   la misma fidelidad con que El ama a su Iglesia y se entrega por ella.  Por la presencia de Cristo, el amor de los esposos es alimentado por el amor divino.  Por   eso  los esposos, amándose y respetándose mutuamente, se acercan más a Dios y se fortalecen en la fe para cumplir dignamente con sus deberes de esposos y padres de familia. 


 

¿El sacerdote es el ministro de este Sacramento?

 

A diferencia de los otros sacramentos en este sacramento los ministros son los propios cónyuges. Ellos lo confieren y lo reciben al mismo tiempo

 

La presencia del Obispo, o sacerdote o representante de la Iglesia se requiere como testigo para  que  el  matrimonio sea válido.


 

¿Cuáles son los bienes del matrimonio?

 

  • Unidad conyugal.  Es una característica fundamental del matrimonio:  un hombre para una mujer y una mujer para un hombre y entre los dos no puede haber una tercera persona, porque el amor es una donación total;  no se puede compartir.


  • La fidelidad es el más sólido soporte del amor y de la vida en familia.  No es voluntaria;  es de justicia, porque ha sido comprometida solemnemente en un sacramento que tiene carácter de contrato. 


  • Indisolubilidad conyugal.  El matrimonio es indisoluble;  esto significa que es un pacto de amor que sólo la muerte de uno de los cónyuges termina con el lazo matrimonial.  “ lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.  El matrimonio es una institución Divina, es Ley de Dios y por eso las leyes de los hombres no la pueden destruir.

 


¿Cuáles son los fines del matrimonio?

 

  • Comunión: Es la unión de la pareja en armonía y ayuda mutuas.

 

  • Fecundidad: “Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la  educación de la prole y con ellas son coronadas como su culminación”. (Catecismo de la Iglesia Católica  1652)  También podemos hablar de amor fecundo: en el caso de que la pareja no pueda concebir un hijo por diferentes razones aún deseándolo, no quiere decir que sea “menos matrimonio”.  Hemos de recordar que no solo la procreación es fin del matrimonio.  Podemos estar abiertos a participar en el amor fecundo de Dios de otras maneras.

 

  • Felicidad-Realización: en cuando en el matrimonio se propicie la realización y felicidad de ambos cónyugues y de cada uno como persona.

 


 

¿Qué es eso de la nulidad ?

 

La nulidad de un matrimonio se declara cuando no existió nunca el vínculo matrimonial – no existió el sacramento - por haberse llevado a cabo bajo algún impedimento. Cuando el tribunal eclesiástico declara nulo un matrimonio, se dice que fue anulado.


La Iglesia es la única que tiene el poder de declarar nulo el sacramento. En este caso, las personas se pueden volver a casar, siempre y cuando haya sido la Iglesia quien lo declare nulo y no los cónyuges.


Las causas para que la Iglesia declare nulo una unión deben de exisitir antes o en el momento de contraer las nupcias.

 


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