El Gloria es un himno de jubilo, de alabanza confiado y alegre.
Puede ser cantado de alguna de las siguientes maneras:
Por el pueblo y el que preside de la asamblea alternando.
Por el pueblo y el coro o solista alternando.
Por toda la asamblea de los fieles.
Por el coro en casos excepcionales.
Este himno se omite en Adviento y Cuaresma, Ya que son tiempos de preparación, y requiere un carácter de especial relevancia en Pascua y Navidad.
Si es cantado debe de contener todo el himno del gloria. Y no porque cualquier canto contenga esa palabra, ya puede utilizarse.
«Gloria a Dios en el cielo y en tierra paz a los hombres que ama el Señor»: Son palabras tomadas del canto de los ángeles la noche del nacimiento (Lc 2, 14). La Iglesia terrena se une a la Iglesia del cielo y así participamos de la liturgia celestial.
«Por tu inmensa gloria, te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso»: La primera parte está dirigida a Dios Padre. Se bendice, glorifica, da gracias a Dios por su gloria.
«Señor, Hijo único Jesucristo, Señor Dios, cordero de Dios, Hijo del Padre»: La segunda parte mira a Cristo, como mediador, con la tradicional súplica ternaria:
«Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica.
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros».
«Porque sólo tú eres Santo, sólo tu Señor, sólo tu Altísimo, Jesucristo con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén»:
Este himno comienza desde el Padre, por Cristo, y termina nuevamente en el Padre en el Espíritu Santo, lo que muestra el dinamismo trinitario de la liturgia.
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