El Ave María
Dios te salve:
¡Dios te salve! ¡La paz sea contigo! Así saludaba Cristo a los suyos. Hoy correspondería en lenguaje cristiano a estas expresiones populares y devotas: “Dios le guarde, buenos días nos dé Dios, vaya con Dios, quede con Dios, adiós” Es tener presente a Dios en todo, estar bajo su mirada y providencia.
María:
Es una palabra dulcisima, la más tierna y entrañable para un cristiano. María significa: “Señora”, “Belleza”, “Estrella del mar”, con todo lo que significa “Estrella”: guía, amparo, refugio, esperanza, consuelo, socorro. María es Estrella. Así como la Estrella guía al navegante al puerto, así María nos guía al cielo. Así como la estrella da aliento y esperanza, así María nos da fuerza. Así como la estrella en medio de la tempestad consuela, así María nos alegra en nuestras luchas.
Llena eres de gracia:
Llena de gracia porque fue habitada por Dios.
El Señor es contigo:
Indica la presencia de Dios activa y eficaz para la misión encomendada. Esta presencia llena de gozo y alegría. Dios está con Ella. Está invadida de Dios.
Bendita tú entre las mujeres:
Por ser la Madre de Dios, escogida y preferida... por ser madre y virgen, única entre todas las mujeres... por ser concebida sin pecado original... por ser más santa que todas las mujeres santas del mundo.
Y bendito el fruto de tu vientre:
Es Jesús ese fruto. Quien lo come quedará saciado. María nos ofrece el fruto de la Salvación. La fragancia de este bendito fruto, viene exhalada en la Eucaristía.
Jesús:
Palabra que añadió la Iglesia al final de la 1° parte del Ave María. Como sabemos Jesús significa Dios Salva.
Santa María, Madre de Dios:
Santa porque cumplió fidelisimamente la voluntad de Dios en todo. Ser santos, para eso vinimos a la tierra. Y es Madre de Dios, Madre del Soberano Dios.
Ruega por nosotros pecadores:
Que estamos desterrados en este valle de lágrimas... que somos pecadores... que estamos tentados.
Ahora y en la hora de nuestra muerte:
en este día, en esta hora. Y en la hora de nuestra muerte, que no sabemos cómo será, si cuándo será, ni cómo nos sorprenderá... que demos el último suspiro pronunciando tu santo nombre y el de tu Hijo Jesús. . No olvidemos al acostarnos las tres Avemarías, prenda segura de una buena muerte.
Amén: Así es. Así sea.
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