El Sacramento de la Unción de los enfermos

 “ El que esté enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia para que rueguen por él, ungiéndolo con aceite en el Nombre de Señor.”. (Santiago, 5,14).

 

“Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros,  toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve.  Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo;  y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica 1499).

 

En efecto, la Unción de los Enfermos es el sacramento del encuentro del enfermo con Dios en la fe y en la esperanza.  En la celebración de este sacramento, el sacerdote impone las manos sobre el enfermo en oración silenciosa  y lo unge con aceite bendecido por el Obispo, pronunciando estas palabras:

“Por esta Santa Unción y por su bondadosa  misericordia te ayude el Señor con la gracia del  Espíritu Santo para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.

 

Cristo, pues, se hace presente con la gracia de su Espíritu, en el enfermo grave para: Concederle alivio y fortaleza en medio de la enfermedad.  No pocas veces Dios le concede la curación.  Purificarlo de sus pecados curándole de la culpa que le oprime, sobre todo si el enfermo no puede ya confesarse.  Fortalecerlo en la fe, la esperanza y la caridad para que viva cristianamente su enfermedad.

 

Significado de la Unción de los Enfermos

El sacramento de la Unción es el sacramento de la esperanza teologal, de la esperanza de entrar en la Gloria; de la entrega tranquila del espíritu en los brazos amorosos del Padre-Dios; en los brazos en los que Cristo entregó el suyo desde la Cruz. No de una esperanza que fija su meta en el bien físico de la salud corporal, sino de una esperanza teologal que tiene puesta la vista en la resurrección de ese cuerpo dolorido que ahora está ungido con el óleo, y en su destino final que es la Gloria.

No es un remedio terapéutico de la enfermedad del cuerpo, pero al infundirle fe y esperanza al enfermo, bien puede aliviarle suavizándole la enfermedad, haciéndola mucho más llevadera..., e incluso sanándola, si ello ha de redundar en bien del alma.

En el sacramento de la Unción de los Enfermos se realizan dos gestos o signos que tienen un profundo sentido: la imposición de manos y la unción con aceite.

El mismo Jesús practicó el gesto de la imposición de manos sobre los enfermos (Mc 6,5; Mt 8,3; Lc 4,40) y lo encargó a sus discípulos (Mc 6,18), que lo practicaron habitualmente (Hch 9, 12.17; 28,8) Es un signo de la bendición que este sacramento confiere.

Respecto a la unción, los seguidores de Jesús, aún cuando estaban con él, ungieron a los enfermos (Mc 6,13) y el mismo Jesús utilizará otros símbolos como la saliva (Mc 7,32-33; 8,23; Jn 9,6) para devolver la salud.

Esta unción con aceite simboliza la unción del Espíritu que conforta y auxilia en la enfermedad, identificando al cristiano con Jesucristo resucitado. El sentido fundamental de este sacramento lo podemos concretar en estas afirmaciones:

· A través del sacramento de la Unción, la Iglesia se dirige al Señor para pedir la salvación y el alivio de sus miembros enfermos, así como la fortaleza para aquellos que afrontan la debilidad de la vejez.

· Por la Unción, el enfermo y el anciano se ven fortalecidos en su fe porque se hace patente la relación profunda que su situación guarda con la muerte y resurrección de Jesucristo.

· Este sacramento perdona los pecados de aquel que lo recibe, haciendo presente la misericordia de Dios

· La solidaridad y el servicio de la Iglesia para con sus enfermos y ancianos se concentran litúrgicamente en los gestos que se realizan en este sacramento.

 

Efectos de este Sacramento

· Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad de la vejez.  Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación.

· El perdón de los pecados. Pues se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.

· La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.

· Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.

· Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción, ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.

 

Celebración de la Unción de los Enfermos

El sacramento como tal, se administra dentro de una celebración litúrgica y solo los sacerdotes obispos y presbíteros, pueden administrarlo. La liturgia sacramental, en su forma renovada, concuerda con lo que dice la Carta de Santiago. Comienza con la imposición de manos del sacerdote en silencio y con una alabanza del aceite consagrado, que en su forma básica se remonta al siglo IV.

El signo sacramental quedó fijado en la Constitución apostólica del Pablo VI del modo siguiente: "El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a aquellos cuyo estado de salud implica un peligro de muerte, ungiéndoles en la frente y en las manos con aceite de oliva consagrado en la forma reglamentaria... y pronunciando las siguientes palabras: Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén"

Siempre que sea posible, la unción debe ofrecerse pronto al enfermo y se le debe administrar en una celebración en la que esté presente la comunidad local, por lo menos mediante los familiares, amigos y algunas de las personas que lo asisten.

La celebración litúrgica consta de las siguientes partes:

· Saludo y preparación

· Liturgia de la Palabra

· Liturgia sacramental. 

· Imposición de manos por parte del sacerdote

· Alabanza del aceite consagrado.

  

· Además, puede participar el enfermo de la comunión del Cuerpo de Cristo que, en peligro de muerte, se llama viático, es decir, alimento para el último viaje.

 

“La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:  La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez;  el perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia;  el restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;  la preparación para el paso a la vida eterna. (Catecismo de la Iglesia Católica # 1532)

 


¿Quién puede recibirlo?

 

· La Santa Unción se da a los creyentes que por enfermedad o avanzada edad están en grave peligro.  Se trata, pues, de Unción de enfermos.  No hay que esperar a que la persona esté moribunda o ya muerta, para llamar al sacerdote. 

 

· Los que vayan a someterse a una intervención quirúrgica como consecuencia de una enfermedad peligrosa.

 

La persona puede recibir este sacramento las veces que está en grave peligro, incluso dentro de la misma enfermedad.



Volver a Los Sacramentos